¿Por qué la energía brasileña es la segunda más cara del mundo?
Con aumentos en el gobierno de Bolsonaro, en promedio, los brasileños comenzaron a gastar 25% del presupuesto para pagar la factura de energía
Publicado 19/09/2022 - Atualizado 17/11/2022
En los últimos cinco años, el costo de la energía eléctrica en Brasil aumentó en 47%, de acuerdo con la Asociación de Grandes Consumidores de Energía y de Consumidores Libres (Abrace). Los aumentos sucesivos colocaron al país en el tope del ranking mundial del costo de energía. Hoy, Brasil tiene la segunda cuenta de energía eléctrica más cara del mundo, según un estudio de la plataforma Cupom Livre. El levantamiento realizado en 2022 muestra que Brasil es superado sólo por Colombia. La investigación también señala que —en promedio— 25% de todo el presupuesto familiar de los brasileños es utilizado solo para pagar energía.
El costo exorbitante profundiza la precarización de la situación económica de las familias de la clase trabajadora, que también sufren con el aumento del precio de los alimentos de la cesta básica y del gas doméstico durante el gobierno de Bolsonaro. Frente a la situación, muchos brasileños tuvieron que optar entre pagar la cuenta de luz o comprar alimentos para la familia.
Entiende por qué el costo de la energía llegó a niveles tan altos en el actual gobierno.
1 – Alta lucratividad de las compañías de energía
De acuerdo con el estudio de la Plataforma Cupom Livre, del total del costo pagado por los consumidores en Brasil, apenas el 53,5% es efectivamente utilizado para la generación, transmisión y distribución de la energía. El restante es usado para pagar tasas y garantizar altos lucros para los accionistas de las empresas (en su mayoría extranjeras) que controlan el sector de la energía en Brasil. Eletrobras, por ejemplo, registró un lucro líquido de 6,4 mil millones de reais por año, inclusive en un año de pandemia, habiendo sido la empresa más rentable del país en este período. Además de eso, la empresa posee un flujo de caja de 15 millones de reais por año; que ahora serán totalmente destinados a la iniciativa privada.
2 – Mala gestión de los embalses de las hidroeléctricas
Brasil redujo históricamente su dependencia de energía hidroeléctrica, pero todavía representa 65% de su generación energética. Y el régimen de lluvias, del cual las plantas dependen, se ha vuelto más incierto en tiempos de cambios climáticos. Inclusive, muchos especialistas del sector afirman que los aumentos en la factura de luz del brasileño no es resultado de la falta de lluvias, sino de la mala gestión de los embalses de las plantas hidroeléctricas.
Quien hace esa gestión es el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) – órgano de gobierno que controla la operación de las instalaciones de empresas de generación y transmisión. Su papel es gerenciar la producción de energía a partir de las diferentes fuentes con base en la previsión de lluvias en el país. Es decir, en períodos de mucha lluvia, es necesario reservar agua en los embalses para períodos de sequía y, en los casos de previsión de sequías más largas, usar otras fuentes de energía (solar, térmica, eólica) para evitar el vaciamiento total de los reservorios de las hidroeléctricas. Eso evitaría emergencias, como sucedió en 2021, en que fue urgentemente necesaria la contratación de energía de las térmicas pagando precios abusivos por la falta de planificación. También hay indicios de que las compañías de energía vaciaron los embalses para forzar una situación de crisis y justificar el cobro de tarifas extras de los consumidores.
3 – Privatización del sector
Uno de los principales proyectos económicos del gobierno de Bolsonaro es privatizar las empresas estatales, especialmente las compañías de energía. Sucede que, en todas las regiones del país donde las empresas de energía eléctrica ya fueron vendidas a la iniciativa privada, hay cortes de energía, falta de trabajadores y facturas caras. Eso porque, cuando son privatizadas, esas empresas quieren maximizar el lucro, despiden trabajadores y empiezan a cobrar precios de mercado, imponiendo aumentos abusivos en la cuenta del consumidor final. Con la privatización de Eletrobras, el costo de energía tiende a ser hasta un 25% más caro.
Además del aumento de la cuenta de luz, las privatizaciones representan un expresivo ataque a nuestra soberanía. La energía es un recurso estratégico, porque simplemente es necesaria para todo: para hacer funcionar una fábrica, para generar otras formas de energía, para mantener encendidos los respiradores de un hospital, una escuela funcionando, una zona agrícola irrigada. Entonces, colocar la producción de energía en manos de la iniciativa privada es poner en riesgo no solo nuestra seguridad económica, sino también la autonomía del país en varios sectores.
4 – Banda Escasez Hídrica
En abril de este último año, la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel) propuso aumentar hasta en un 57% las bandas tarifarias que fueron establecidas en la época de falta de lluvias y hubo reajustes. Fueron seis meses en los que los consumidores desembolsaron R$14,20 extras a cada 100 kWh consumidos. El gobierno creó, inclusive, una banda, la de la escasez hídrica, para aumentar el valor de la cuenta de energía, poniendo la culpa del precio de la cuenta en San Pedro.
5 – Subsidios pagados por el pueblo para grandes empresas del agronegocio
Actualmente, el gobierno concede descuentos en la factura de luz a grandes multinacionales del agronegocio que representan un costo de 3,4 mil millones de reais por año. Ese costo es cobrado en las cuentas de electricidad de todos los consumidores del país. Vale destacar que el gobierno da más descuentos en la cuenta de luz para las grandes empresas e industrias que a la población de bajos ingresos que tienen derecho a la tarifa social.
Traducción: Ciro Casique Silva