Proyectos de energía justa, popular y democrática son debatidos en la tienda del MAB durante el Fospa
Durante 4 días, el evento reunió participantes de nueve países en la Universidad Federal de Pará para debatir la defensa del territorio y los derechos de los pueblos de la Amazonia
Publicado 16/09/2022 - Atualizado 17/11/2022
El último sábado, 30 de septiembre, el MAB organizó un debate sobre experiencias de transición energética en la Amazonia, durante el X Foro Social Panamazónico (Fospa), que se dio cita en Belém (estado Pará) desde el 28 al 31 de julio.
“Ese sol que estamos recibiendo aquí, es un sol muy fuerte. Calentará la tienda y pasará de los cuarenta grados en la tarde. El sol que irradia en un día aquí en Belém do Pará, capital de las resistencias, es lo suficiente para generar mil días de energía que el mundo necesita para sobrevivir”, afirmó Francisco Kelvim, integrante de la coordinación nacional del MAB, durante su intervención en el encuentro, ilustrando el potencial de la Amazonia para la producción de energía solar.
El debate también contó con la participación de Marcelo Montenegro, de la Fundación Heinrich Böll; de Luz Gon, asesora de medioambiente de la Central Única de los Trabajadores (CUT); y de Jordi Besora, de la Alianza Contra la Pobreza Energética, organización de Catalunha (España).
También según Kelvim, los países necesitan garantizar la producción, generación y distribución de energía a las poblaciones de forma justa y con soberanía, porque existe una carrera por el dominio del sector energético. «Nuestros ríos, nuestros territorios y hasta la vida de nuestro pueblo y de nuestras comunidades son disputadas por empresarios que colocan el lucro por encima de la vida», resaltó.
La matriz energética mundial está compuesta, en su mayoría, por fuentes no renovables; los combustibles fósiles como el petróleo, carbón mineral y gas natural aún constituyen gran parte de la energía utilizada en todo el mundo. Esas fuentes están concentradas en algunos países de América latina y son las mayores causantes de la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo. Por eso, Luz Gon defendió que el pueblo necesita ser protagonista de las soluciones para la transición energética y garantizar los derechos de los trabajadores del sector. «No queremos una transición a cualquier costo. Eso es una cosa que venimos discutiendo en la CUT. Entonces, ¿qué es lo que queremos? Hemos dado la discusión sobre una transición justa, que necesita ser construida colectivamente a partir del diálogo», afirmó la asesora.
Principios de un modelo energético popular
En la segunda edición de la revista enMARcha, publicada en mayo de este año, el Movimiento de Afectados por Represas (MAR) presentó principios que orientan un modelo energético popular para Brasil, para América Latina y para el mundo. Las directrices fueron establecidas a partir de una discusión entre representantes de diecinueve países, con diferentes contextos económicos y sociales.
El primer principio dice que la energía es un derecho humano y todo el mundo tiene que tener su acceso garantizado. “Esa es una premisa clave para satisfacer de forma directa e indirecta todas las necesidades de la población, porque necesitamos tener energía para estudiar, para trabajar, para tener salud. Es decir, la energía no puede ser una mercancía”, explica Kelvim.
El segundo principio está relacionado a la sustentabilidad energética, porque las fuentes renovables necesitan ser priorizadas y adoptadas por los gobiernos. «Y no es sólo sobre tecnología que estamos discutiendo. Estamos hablando también que ya no podemos tener esa cantidad de afectados y afectadas por represas en Brasil y en el mundo. Y nuestro papel es no dejar que ese próximo gobierno permita que el sector energético de Brasil sea una vez más secuestrado por las grandes empresas», explica Kelvim.
El tercer principio es la apropiación popular de las tecnologías alternativas, como en el caso del llamado proyecto «Veredas Sol e Lares», una planta híbrida (hidroeléctrica y solar), que está siendo construida con la participación popular, en el Valle del Jequitinhonha, en Minas Gerais. De forma pionera, la población será involucrada en esa investigación de campo, en la construcción de la planta y en la creación de un plan de desarrollo social para el territorio.
En la Amazonia, otra referencia es el proyecto «Uso de Tecnologías Sociales para la Reducción de la Deforestación», implementado en Rondônia, Mato Grosso, Pará y Tocantins. Financiada por el Fondo Amazonia, la iniciativa posibilitó la instalación y la capacitación para la gestión de paneles solares en propiedades de familias afectadas en estos estados. Además de eso, el proyecto permitió la reforestación de los territorios beneficiados con el plantío de cincuenta y seis mil plántulas de árboles.
En su intervención, Marcelo Montenegro, coordinador del área de justicia socioambiental de la Fundación Heinrich Böll, presentó nuevas fuentes de energía renovable, como el hidrógeno verde. Explicó que en el estado de Ceará, por ejemplo, ya hay al menos 18 proyectos que estudian la implementación de esta alternativa. “Existe una necesidad a mediano y largo plazo, hay que diversificar la matriz y buscar fuentes de energía más limpias, y el hidrógeno puede contribuir para esa transición”, defendió. Marcelo resaltó que —al tratarse de una nueva alternativa— existe la posibilidad de discutir democráticamente su implementación desde el inicio. “¿Cuáles son las necesidades y condiciones para que esto suceda sin que haya un impacto en los habitantes, en la gente del territorio?”, cuestionó el dirigente.
En total, el Fospa reunió más de cinco mil personas incluyendo indígenas, quilombolas, ribereños, campesinos e integrantes de diferentes movimientos sociales para debatir sobre cuestiones económicas, sociales y ambientales relacionadas a la región amazónica.
Traducción: Ciro Casique Silva