Crímenes de la Vale agravan inundaciones en Minas Gerais y Espírito Santo, en Brasil
Inundaciones no son desastres naturales. Son el resultado histórico de la falta de planificación urbana y de la ausencia de políticas públicas que busquen garantizar vivienda digna para el […]
Publicado 29/01/2020
Inundaciones no son desastres naturales. Son el resultado histórico de la falta de planificación urbana y de la ausencia de políticas públicas que busquen garantizar vivienda digna para el pueblo. Y son también fruto de la especulación inmobiliaria que empuja los pobres a las periferias y a regiones sin condiciones de habitación segura.
Sumado a esta realidad, crímenes socioambientales -como los cometidos por la minera Vale- empeoran la situación, como quedó demostrado en las inundaciones de los últimos días en las cuencas de los Rio Doce e Paraopeba.
En 2015, fueron más de 60 millones de metros cúbicos de residuos de la presa de Fundão depositados en el lecho y en las márgenes del Río Doce, a lo largo de los más de 600 km de cursos de agua. Solamente en la Hidroeléctrica Risoleta Neves, cerca de 10 millones de metros cúbicos quedaron retenidos en la presa, que fue vaciada para contener el material. Es ese desecho acumulado que está provocando las inundaciones históricas de Governador Valadares, Colatina e Linhares. Además de Risoleta Neves, la hidroeléctrica de Aimorés también está aumentando el volumen de agradación al abrir las compuertas y despejar más desechos mineros en el Río Doce.
De la misma forma, podemos hablar sobre el Río Paraopeba. Los 11 millones de metros cúbicos que bajaron de Córrego do Feijão empeoraron los efectos de las inundaciones en São Joaquim de Bicas y Betim. Además, el río avanzó sobre los valles y áreas de plantación e hizo que la hidroeléctrica de Retiro Baixo abriera sus compuertas, despejando más desechos, que van rumbo a la Hidroeléctrica de Tres Marías.
El Movimiento de Afectados por Represas (MAB) denuncia estos daños de grandes proporciones provocados por la Vale, y llama la atención de la sociedad para la renovación de un crimen que puede llevar más contaminación a miles de personas.
Diversos estudios realizados desde el rompimiento demuestran la contaminación por metales pesados que vinieron luego de la diseminación de los desechos. Ambios, laboratorio ambiental, señaló la presencia de hierro y manganeso en el agua, y níquel y cadmio en el aire, a través del polvo. Lactec, perito del Ministerio Público Federal (MPF) en los estudios ambientales del Río Doce, encontró los mismos metales y escribió en informes que cada vez que el fondo del río se revuelve, los metales vuelven a los cursos de agua.
Estudios de investigadores de la Universidad Federal de Ouro Preto (UFOP) identificaron adenovírus presentes donde ocurre la mezcla de aguas residuales domésticas y metales pesados. Estos estudios destacan los riesgos para la salud de miles de afectados y afectadas por los crímenes de la Vale, que ahora sufren con las inundaciones formadas por aguas contaminadas.
Reivindicamos que las instituciones de Justicia actúen para que la Vale asuma sus responsabilidades frente a los afectados, garantizando acciones de emergencia como acceso a agua de calidad y viviendas provisorias.
La minera también precisa garantizar acciones de largo plazo para fortalecer el Sistema Único de Salud (SUS), que enfrenta los impactos de los desastres, y efectivizar derechos ya garantizados en acuerdos judiciales como las asesorías técnicas independientes, instrumento fundamental para medir los daños causados, monitorear los desdobles del caso y proponer junto a las comunidades acciones de reparación integral.