Belo Monte: herida abierta en el Xingu

En operación desde el 2016, hidroeléctrica de Belo Monte deja grandes cuestiones por resolver; conoce cuatro de ellas

Casas demolidas en área afectada por Belo Monte en el barrio Boa Esperança, Altamira (Estado Pará)

La licencia para operación de la hidroeléctrica de Belo Monte completó seis años de expedida la semana pasada y en los próximos días el IBAMA (Instituto Brasileño del Meio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) deberá manifestarse en relación a su renovación.

Diez años después del inicio de su construcción, Belo Monte todavía es una herida abierta en el río Xingu. Conoce cuatro grandes cuestiones que aún persisten en la región y las luchas que se han librado:

1. La batalla por las aguas en Volta Grande

Para echar a andar sus turbinas, Belo Monte fue construida a modo de desviar un volumen muy grande de agua de un trecho de 100 km del río, llamado Volta Grande del Xingu. Esa región, de biodiversidad única y hogar de pueblos indígenas y ribereños, está sufriendo con la inseguridad alimentaria, pérdida de navegabilidad, contaminación de las aguas, muerte de peces, tortugas y otros animales y plantas, entre otros impactos.

Desde que la hidroeléctrica entró en operación, la consecionaria Norte Energia venía adoptando un régimen de liberación de aguas para Volta Grande llamado por ella misma de «hidrograma de consenso». Ese hidrograma, de cambios radicales en el flujo de agua, en especial en la estación lluviosa, estaba bajo pruebas durante esos seis años, pero ya se mostró catastrófico para la vida local.

 Región de Volta Grande del Xingu. Foto: Colectivo de Comunicación del MAB

Existe ahora una disputa en torno de ese hidrograma: por un lado, están Norte Energia y sus accionistas, el Ministerio de Minas y Energía, la Aneel (Agencia Nacional de Energía Eléctrica) y las empresas del sector eléctrico en general. En tono de amenaza, ellos dicen que, si Belo Monte libera más agua hacia Volta Grande, menos energía será generada, inmediatamente las tarifas van a subir y existiría riesgo de inseguridad energética. Por otro lado, están los afectados, los indígenas del Médio Xingu[i], los movimientos sociales, el Ministerio Público Federal y decenas de especialistas. Resta saber cómo el IBAMA se posicionará.

Para empeorar, existe otra amenaza sobre el mismo territorio: el megaproyecto minero de la transnacional Belo Sun, que promete crear la mayor mina de extracción de oro a cielo abierto del país. Belo Sun pretende sacar 50 toneladas de oro del lugar, creando una pila de material estéril del tamaño de dos Pães de Açucar[ii] y una represa de desechos minerales, una vez y media más grande que la de Samarco, apuntando hacia el río Xingu. La empresa aún no recibe la licencia de instalación del gobierno de Pará, pero ya viene causando conflictos en la región.

2. La consolidación del territorio ribereño

Por la magnitud de sus impactos, Belo Monte afectó de alguna forma todos lo habitantes de la región de la Transamazónica y del Xingu, en por lo menos cinco municipios. Para considerar el número de «desalojados obligatorios», aquellos que tuvieron que ser reubicados para dar lugar al lago u otras estructuras de la represa, el Movimiento de los Afectados por Represas (MAB, por sus siglas en portugués) calcula de 40 a 50 mil personas, la mayoría de ellas en la ciudad de Altamira. Gran parte de esas personas vivía en casas de palafitos, próximas al lecho de los arroyos y del río, y estaban sujetas a las inundaciones estacionales.

Cuando la empresa Norte Energia comenzó a remover las familias del área del lago en Altamira, no consideró un aspecto importante de la realidad total en su política de compensación: dadas las características de la formación de las ciudades en la Amazonia, los afectados son también ribereños. Ellos pueden poseer una «vivienda doble»: una casa en el río, en las islas, u otra en la ciudad, que funciona como una especie de punto de apoyo para el acceso a servicios públicos y mercado.

Pensaba de arriba para abajo, de manera tecnocrática, Belo Monte desconsideró esa realidad y los obligó a escoger si eran rurales o urbanos para obtener la política de tratamiento. Hubo un amplio proceso de movilización que culminó en una inspección interinstitucional coordinada por el Ministerio Público Federal, que puede verificar las condiciones de vida y los impactos. 

El IBAMA entonces reconoció la existencia de la vivienda doble y la necesidad de un tratamiento para recomponer el modo de vida ribereño. Presionada, Norte Energia inició el reasentamiento de 121 familias en varios puntos alrededor del reservorio. El proceso, sin embargo, fue atropellado, no respetando la territorialidad de las familias, Los habitantes reasentados también sufrieron con dificultades de adaptación, una vez que pasaron a vivir en el Área de Preservación Permanente (APP), con restricciones de uso a las cuales no estaban necesariamente habituados.

Para reconocer las familias que habitaban las localidades y organizar el retorno hacia el lugar, fue creado el Consejo Ribereño. El consejo organizó una lista de más de 212 familias que deberían regresar al territorio. De ese público, sin embargo, hasta el momento, la empresa Norte Energia sólo consiguió reasentar 13 familias. Hay un lista con otras 23 con perspectivas de mudanza en breve.

Por haber sido reasentados en el APP, las familias disponen de pocas áreas para asegurar su producción agrícola. Por eso, la empresa fue presionada por el Ministerio Público Federal para pedir la declaración de utilidad pública de un área mayor, para viabilizar el autoabastacimiento de las familias.

Esa construcción choca con los límites ambientales y también tiene como telón de fondo la compleja cuestión territorial local. Además de eso, falta articulación de políticas públicas que aseguren la permanencia de las familias en el territorio, como la construcción de escuelas y puestos de salud, proyectos para la generación de renta, entre otras.

3. Reasentamientos urbanos y saneamiento básico de Altamira

La instalación del sistema de abastecimento de agua y tratamiento de aguas residuales de Altamira (estado de Pará) es considerada una de las condicionantes más cruciales de Belo Monte. La ciudad está a cerca de 40 km arriba de la presa y tiene parte de su perímetro alagado, por lo tanto, la instalación del saneamiento es fundamental para evitar la contaminación de las aguas.

Un primer problema es que las estructuras implantadas fueron planificadas para la poligonal urbana referente al Plan Director del municipio en 2009. En aquella época, la población de Altamira estaba cerca de los 100 mil habitantes, de los cuales 94 mil vivían en la zona urbana. Con la hidroeléctrica, la población aumentó, en cuatro años, para cerca de 150 mil habitantes y la ciudad creció de manera explosiva. Así, de cierta forma, cuando el sistema de distribución de agua fue implementado, ya estaba desfasado.

Aún hoy, los sistemas de abastecimiento del agua y alcantarillado sanitario no fueron transferidos a la alcaldía. Norte Energia permanece siendo responsable por la estación de tratamiento de aguas residuales (ETE, por sus siglas en portugués) y una de las estaciones de tratamiento de agua que tuvo que construir en una pelea de pulsos con la alcaldía. Contrató la empresa Hidro-Ambiental para operar las dos estaciones.

La alcaldía y Norte Energia vienen negociando hace años la entrega de esos equipamientos y otras obras construidas como parte del Plan de Recualificación Urbana de Norte Energia, así como los propios reasentamientos urbanos colectivos.

La empresa Norte Energia construyó seis reasentamientos en la alcaldía de la ciudad, donde fueron reubicadas parte de las familias afetadas de 3.850 unidades habitacionales. Uno de esos reasentamientos, el Tavaquara, no estaba previsto inicialmente con acceso directo al río Xingu, es exclusivo para indígenas y ribereños. Ese asentamiento, sin embargo, todavía está con sus 150 casas vacías, pues la empresa y la alcaldía aún no acuerdan en relación a la entrega.

Irónicamente, justamente en los reasentamientos, hay falta de agua, en especial en Laranjeiras y São Joaquim. El problema es que esas áreas fueron construidas luego del dimensionamiento del proyecto de saneamiento y se encontraron al «final de la línea» del sistema de distribución. Por determinación de la justicia, hasta hoy Norte Energia tiene que complementar el abastecimiento en esos lugares con camiones cisterna.

Por estar en la periferia de la ciudad, los afectados que habitan en los reasentamientos aún sufren con la ausencia de políticas públicas y la falta de acceso a servicios básicos, además de estar expuestos a la violencia urbana que se profundizó con la construcción de la hidroeléctrica.

4. Familias remanescentes de la laguna del barrio Independente I

Conforme Norte Energia removía las familias de las zonas inundadas de Altamira, la ocupación de la llamada laguna del barrio Jardim Independente I, con casas de palafitos, se intensificó. En 2016, cuando Belo Monte inició el llenado del reservorio para generar energía, algunas casas en el entorno de la laguna comenzaron a presentar surgimiento de agua. Norte Energia, sin embargo, nunca admitió que allí podría haber impacto de la represa, pues los estudios indicaban que estaba arriba de la cota 100.

Las familias inciaron un proceso de luchas para ser reconocidas como afectadas por Belo Monte. Después de seis años más de luchas junto al Movimiento de los Afectados por Represas (MAB), el IBAMA recomendó que la Norte Energia reubicara todas las familias habitantes de casas de palafitos de la laguna y aquellos habitantes de casas en «tierra firme» que no pudieran ser conectados a la red de cloacas por gravedad. En suma, fueron reasentadas o indemnizadas 493 familias habitantes de los palafitos y 102 familias (82 inmuebles) del entorno, donde no sería posible conectar el sistema de saneamiento.

Habitantes de la laguna del barrio Independente I protestan en la oficina de la empresa Norte Energia, en Altamira (estado de Pará), en agosto de 2021. Foto: Colectivo de Comunicación del MAB

La empresa sólo aceptó hacer el cambio de las familias mediante un acuerdo con la alcaldía del municipio, en que la alcaldía aceptaba una serie de obras hechas en la ciudad como condicionantes y que aún se encontraban bajo control de la empresa, como el sistema de saneamiento. Fueron muchos meses de negociación hasta que, el 16 de octubre de 2018, firmaron el término de compromiso, posibilitando la reubicación.

A pesar de eso, restaron 370 familias registradas, en 194 inmuebles, que fueron olvidados por la empresa, o sea, no tuvieron ningún tratamiento. De esos casos remanecentes, según el IBAMA, hay 79 inmuebles que no pueden ser conectados al sistema de saneamiento por gravedad y otros 18 inmuebles donde la conexión fue ejecutada pero presenta problemas, como el retorno de efluentes. Ya para los afectados, el número de inviabilidades es todavía más grande.

Mientras la situación no se resuelve, la condición de vida de los habitantes remanecentes va agravándose, en especial en el invierno amazónico, cuando la localidad sufre con alagamientos cada vez peores. Los afectados están teniendo problemas de salud relacionados a la calidad del agua e inseguridad, debido a la retirada de los vecinos y enfermedades mentales. Las familias todavía luchan por el derecho al reconocimiento como afectadas.


Dados sobre Belo Monte

Inicio de la construcción: 2011

Inicio de la operación: 2016

Concesionaria: Norte Energia, formada por las siguientes empresas y composición accionaria: Eletrobras (15,00%), Chesf (15,00%) y Eletronorte (19,98%), los fondos de pensión Petros (10,00%) y Funcef (10,00%), Belo Monte Participações S.A./Neoenergia S.A. (10,00%), Amazônia/Cemig y Light (9,77%), Vale (9,00%), Sinobras (1,00%) y J.Malucelli Energia (0,25%). 

Potencia instalada: 11.233 MW

Energía firme: 4.571 MW

Reservorio: 516 km²

Río: Xingu

Estado: Pará

Municipios con área inundada: Altamira, Vitória do Xingu y Brasil Novo, todos en Pará

Afectados (reubicados): 40 a 50 mil

Sepa más: Belo Monte y su trayectoria de conflictos

Traducción: Ciro Casique Silva


[i] Área etnográfica en el estado de Pará, formada por pueblos indígenas pertenecientes a tres troncos linguísticos distintos: Tupi (pueblos Asuriní del Xingu, Araweté, Parakanã, Juruna, Xipaya y Kuruaya), Macro-Jê (pueblos Xikrin y Kararaô) y Karib (pueblo Arara).

[ii] Famoso cerro de la ciudad de Rio de Janeiro.

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