MAB teme asesinato de lideresa en Rondonia y exige investigaciones

El Movimiento de Afectados por Represas (MAB) exige que el Estado realice todas las investigaciones necesarias y garantice la efectiva protección de la víctima, que viene siendo amenazada debido a su actuación como defensora de los derechos humanos de las comunidades afectadas por las represas del Río Madeira, en la Amazonia Brasileña.

Ana Flavia Nascimento es madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos, trabaja como auxiliar de servicios de enfermería en el puesto de Salud ubicado en la sede del distrito de Jaci-Paraná, en Porto Velho, capital del Estado. La comunidad se encuentra entre las hidroeléctricas de Santo Antonio y Jirau, en el río Madeira, y viene sufriendo impactos que se acumulan por lo menos desde hace 10 años, cuando comenzó la construcción de las grandes represas.

Jaci está localizada en el área de formación del reservorio de la Usina Hidroeléctrica de Santo Antonio, y desde el comienzo de la instalación las familias de la comunidad vienen siendo afectadas por el relleno y expansión continua del lago. Los afectados denuncian que áreas de tierra se inundaron, y el suelo en muchas de estas regiones continúa encharcado, comprometiendo las actividades agrícolas. La selva también está muriendo con la expansión del lago, y los pescadores y mineros artesanales tuvieron sus actividades de sustento totalmente desestructuradas, y las fuentes de agua para consumo humano están contaminadas.

La usina de Jirau es responsable por graves impactos sociales en la región, en especial debido a la expansión poblacional, que generó aumentos en los índices de violencia -principalmente contra mujeres y niños-, así como también un aumento en el número de dependientes químicos y personas en situación de calle. Estas situaciones suelen repetirse en la construcción de usinas hidroeléctricas. La participación activa de Flavia en las actividades del Movimiento de los Afectados por Represas (MAB), buscando la reparación justa de los impactos provocados por las usinas a las familias de las comunidades afectadas acabó generando su visibilidad, y al mismo tiempo pasó a estar más expuesta a amenazas.

Flavia ya fue perseguida en la ruta más de una vez, mientras iba de moto rumbo a Porto Velho. En uno de esos episodios, en 2016, una camioneta intentó tirarla a la cuneta. También ya fue perseguida y filmada en su propia comunidad, inclusive por un agente de Policía. Durante un período de intensas movilizaciones para que no se permitiera la ampliación del lago y del número de turbinas de la hidroeléctrica Santo Antonio, antes de que cualquier pasivo socioambiental con los afectados fuera reparado, la casa de Flavia fue invadida tres veces, y en una de esas ocasiones dejaron un cuchillo encima de su cama.

En la noche del último 4 de abril, la casa donde se encontraba con sus nietos e hijos fue rodeada por un auto tipo Voyage, dos motos y una persona a pie. Cuando una de las motos se posicionó en la parte de atrás de la casa y los demás se aproximaron al portón del frente, la Policía Militar fue llamada y las personas fueron dispersadas. Sin embargo, nadie fue identificado.

La región de Jaci Paraná tiene un grave histórico de violencia y conflictos agrarios. Aquí otros líderes del MAB ya fueron amenazadas, y nuestra compañera Nilce de Souza Magalhães “Nicinha” fue asesinada. Otros casos involucran la participación de matadores y milicianos, como el masacre de Jaci Paraná en 2011.

El caso ya fue presentado a diversas autoridades estaduales y federales. El día 13 de marzo, en Brasilia, durante una reunión entre el MAB y la Procuradora Federal de los Derechos del Ciudadano del Ministerio Público Federal, Flavia relató la situación que viene viviendo y se solicitó un acompañamiento especial. El Movimiento exige que el Estado realice todas las investigaciones necesarias y que se garantice la efectiva protección de la víctima que viene siendo amenazada debido a su actuación como defensora de los Derechos Humanos de las poblaciones afectadas por represas en el Río Madeira.